viernes, 26 de agosto de 2011

Contra la educación privatizada y arancelada


La lucha de los estudiantes chilenos pone en jaque al gobierno de Piñera

Tengo dos hijos, ¿A cuál educo?

Los estudiantes chilenos, desde hace tres meses, protagonizan las más grandes movilizaciones juveniles desde la caída de la dictadura de Pinochet y tomas en más de 500 colegios, liceos y universidades. Luchan por la educación pública y gratuita (fin del lucro) y por un sistema educativo nacional que ponga fin a la municipalización de la enseñanza, que es otra de la causas de la profunda desigualdad en la calidad educativa, no solo entre la privada y la publica sino tambien en cuanto a la diferencia de presupuestos en las distintas regiones.

El gasto educativo en Chile es de los mas bajos del mundo (0,5 del PBI) y la educación universitaria es paga en su totalidad. El promedio del gasto anual para un estudiante universitario es de 4150 dólares. “Estudiar Medicina significa un costo total de entre U$S 54.353 y U$S 76.574; Arquitectura, fluctúa entre U$S 37.273 y U$S 56.400; y Periodismo, entre U$S 27.150 y U$S 41.926.” (Clarín 24/08/2011)

Las familias trabajadoras y el pueblo pobre o no pueden enviar a sus hijos a la universidad o se endeudan de por vida para hacerlo. “la deuda acumulada por este concepto alcanza más de U$S 2.400 millones.”(Idem). El salario mínimo en Chile es de 320 dólares mensuales.

Pero la desigualdad arranca desde el secundario. Los que van a los colegios del estado reciben una educación de baja calidad y cuando rinden la Prueba de Selección Universitaria, obtienen en general los más bajos puntajes, con lo cual no pueden acceder a las carreras que eligen sino a las que les permite la nota, en general de formación técnica. No pueden estudiar lo que quieren, sino lo que les permite la puntuación que obtuvieron. La PSU (Prueba de Selección Universitaria) es un instrumento de segregación y discriminación social, para que los hijos de la clase trabajadora, que vienen de la enseñanza media no puedan acceder a determinadas carreras que están “reservadas” para los hijos de la clase media alta y la burguesía.

Es que la educación chilena fue convertida en una “empresa privada educacional” bajo la dictadura de Pinochet y los sucesivos gobiernos de la Concertación. Chile es el país con mayor nivel de privatización en la enseñanza superior. Solo el 25% de la educación pública chilena está en manos de las municipalidades, las cuales están ultraprecarizadas; el 75% restante esta en manos de empresas privadas.

Contra esta educación privatizada y arancelada se han levantado masivamente los estudiantes retomando las masivas movilizaciones estudiantiles de 2006 (popularmente llamada la “rebelión de los pingüinos”), en la que miles de estudiantes secundarios reclamaban el fin de las leyes educativas impuestas por el régimen dictatorial de Pinochet (LOCE). Su derogación y reemplazo por la Ley General Educativa (LGE), aprobada por el anterior gobierno de la Concertación (PS-DC, etc.) no modificó en nada sustancial la política educativa impuesta por el régimen militar que gobernó hasta el 90.

Los estudiantes chilenos están entonces ante una lucha de fondo, que enfrenta el conjunto de la orientación privatista, al “autofinanciamiento”, la destrucción de la educación estatal iniciada por la dictadura, luego por los “socialistas” y la Concertación que gobernaron durante 20 años, y continuada por la derecha que hoy gobierna con Piñera. Es decir, no sólo se enfrenta a la “Educación de Pinochet” sino a una política educativa que es un elemento fundamental del actual régimen burgués semicononial chileno, junto a la salud privatizada, el “modelo laboral” basado en la subcontratación y la falta de libertades sindicales, etc.

Un segundo aspecto, de enorme importancia, es que la juventud chilena lucha contra una política antieducativa que expresa una orientación mundial. Llámese Plan Bolonia (Europa), CONEAU (Argentina), etc, la burguesía intenta acabar con la educación estatal, rebajar el presupuesto educativo, aplicar aranceles, etc. De allí, tal vez, la enorme corriente de apoyo, movilizaciones y adhesión que ha despertado en otros jóvenes estudiantes del mundo.

Por último hay que decir que este enorme proceso de lucha esta enmarcado en la crisis económica internacional y la respuesta de los trabajadores y la juventud a los ataques a sus condiciones de vida, que han dado origen a movilizaciones masivas en defensa de la educación y contra el desempleo (España, EEUU, Grecia), estallidos, como el de los jóvenes pobres en Inglaterra y las primeras etapas de una revolución obrera y popular en África del Norte y Medio Oriente.

Los obreros luchan para que sus hijos estudien

Un cartel escrito por una de las madres de los estudiantes secundarios en huelga de hambre que dice “fuerza chiquillos”, cuelga en las paredes de un hospital. En este ejemplo se expresa el sentir de millones. Sin esperar a sus direcciones “oficiales”, sectores de vanguardia de la clase obrera, como los portuarios de la región del Bio Bio realizaron huelgas parciales de 2 y 3 horas en apoyo a la lucha de los estudiantes. Los obreros y estudiantes se movilizaron juntos en el puerto de Valparaíso. En las poblaciones (barrios) las manifestaciones y cacerolazos se suceden a diario. Definitivamente, la clase obrera, enfrentando la parálisis de sus direcciones oficiales, quiere que sus chicos puedan ir a la universidad y ha comenzado a expresar en las calles ese apoyo. Esto ha obligado a la CUT (Central Unica de Trabajadores), dirigida por el PS y el PC, a convocar un paro nacional de 48 hs.

La juventud encabeza un proceso de luchas generalizado y profundo, que pasó de demandas parciales a una lucha política que cuestiona aspectos centrales de los planes de corte “neoliberal” impuestos por la dictadura y continuados por la Concertación y por la alianza encabezada por el gobierno de Piñera, es decir por el régimen de democracia burguesa posterior a ella.

El gobierno se jacta que la economía crecerá este año del 6 al 7%, que la inflación esta controlada en un 4%, el índice de desempleo en un 7%, que hay un superávit fiscal histórico, una deuda externa moderada (84 mil millones de dólares, 34% del PBI), crecimiento basado en un alto precio promedio de U$S 4.0 por libra de cobre, el principal producto de exportación. Estos índices son enrostrados hasta el cansancio por el gobierno, sin embargo, este crecimiento y bonanza económica no tiene relación con la realidad de los trabajadores y el pueblo pobre, acosado por los bajos salarios, con cerca de tres millones de sus habitantes bajo la línea de pobreza, etc. Se ha hecho insoportable para la gran mayoría de la población, las alzas en el precio de los alimentos, los bajos salarios, la inestabilidad laboral, el endeudamiento desmesurado, la pésima atención en salud, las dramáticas carencias habitacionales, la educación privatizada y arancelada, entre otras.

Por eso la lucha estudiantil abrió un cauce profundo, que empalma, da continuidad y unifica contra el gobierno un ascenso cuyas principales expresiones han sido las duras y prolongadas huelgas de los mineros por salario, contra la subcontratación y las privatizaciones, de los trabajadores del puerto y pescadores, la “pueblada” de Magallanes contra el aumento del gas, la lucha de los pobladores de Dichato por la reconstrucción de las viviendas destruidas por el terremoto, las demandas populares de corte ecológico como las movilizaciones contra la termoeléctrica Barrancones, o las marchas para detener el complejo hidroeléctrico de Aysén o contra el proyecto carbonífero de Isla Riesco. Luchas democráticas a favor de la diversidad sexual, demandas de Derechos Humanos por “Verdad y Justicia”, de los mapuches por tierra y autodeterminación, etc.

Las demandas alcanzan tambien a aspectos del actual régimen político, como el sistema electivo binominal, que impide la representación parlamentaria en base a la proporcionalidad de los votos obtenidos en las elecciones y “engorda” las representaciones de las dos alianzas principales, acompañando un masivo rechazo tanto al gobierno de Piñera y la coalición que encabeza (Alianza por el Cambio) como a la socialdemocracia de la Concertación.

Piñera se saca la careta: “La educación no será gratuita”

Los estudiantes rechazaron las miserables reformas realizadas por el gobierno de Piñera contenidas en el Gran Acuerdo Nacional por la Educación (GANE), centradas básicamente en la rebaja de la tasa de interés de los prestamos. La Concertación entonces salió en ayuda del gobierno al proponer una “Mesa de Dialogo”, presidida por el Senado. Simultáneamente pidió la renuncia del Ministro de Educación, Joaquin Lavin, quien finalmente fue cambiado al Ministerio de Planificación. Pero los estudiantes tambien rechazaron con justeza la maniobra de la Mesa de Diálogo.

Entonces el gobierno lanzó una dura represión, que lejos de debilitar el movimiento produjo un punto de inflexión. El 4 de agosto los secundarios convocaron para la mañana y los estudiantes universitarios en la tarde. Se movilizaron a pesar que el gobierno había prohibido la utilización de la Alameda y espontáneamente se expresó un amplio repudio a una represión que hizo recordar a la del régimen de Pinochet. En este marco, el gobierno y el ministro de educación salieron a decir que “la educación no será gratuita, todo se paga en esta vida”.

En este marco de creciente polarización, se llegó a la huelga de 48 horas convocada por la CUT, para los días 24 y 25 de agosto, a las más importantes movilizaciones y a un acto por la educación gratuita que reunió a un millón de personas en la capital el 21 pasado.

La crisis política estalló de manera abierta. La desaprobación popular hacia el gobierno crece aceleradamente y esta se traslada también a la Concertación, es decir, a los principales bloques de partidos políticos.

Ante una crisis cada vez más aguda, incrementar la represión es una de las posibles variantes. El gobierno discute la posibilidad de aplicar la Ley de Seguridad del Estado, luego del paro de 48 hs de la CUT, en el que fue asesinado un joven por los carabineros, y acaba de morir otro que había sido gravemente herido.

Otra posibilidad que baraja la burguesía, es la carta del Plebiscito que ha lanzado el PC (stalinista), a la que se han sumado los partidos de la Concertación, y que el 11 de agosto fue presentada oficialmente al gobierno.

El PC y el PS dirigen juntos la CUT, y en el movimiento estudiantil ha cobrado peso la figura de Camila Vallejos (PC), principal dirigente de la CONFECH (Confederación de Estudiantes de Chile), aunque tienen peso otras corrientes políticas (anarquistas, “independientes”, etc).

Cuando a la socialdemocracia se le “quemaban los papeles”, el PC salió en auxilio del régimen, planteando la cuestión del Plebiscito. Estamos frente a una trampa, para derrotar la lucha y para negociar miserables reformas en el ámbito parlamentario. La convocatoria al paro nacional, sin asambleas de base, sin preparación seria, obligado por el desborde y las fuerzas de las bases a convocarlo, que impuso cohesión al movimiento, es al mismo tiempo un intento de limitarlo y controlarlo. La política del PC es presionar al gobierno para que finalmente convoque ese plebiscito, y negociar reformas menores en el marco de las instituciones. Esta es una línea que lleva a la derrota, difícil de hacer digerir a los estudiantes que han desbordado a la socialdemocracia y al stalinismo – incluso han rechazado en la CONFECH esta política-, y a la propia base de masas del PS y el PC, pero que cuenta con la ventaja de apoyarse en el control mayoritario de los sindicatos.

Que el plebiscito sea vinculante (como plantea el MIR), no cambia lo esencial con relación a como se pretende dirigir el movimiento hacia una vía muerta electoralista.

Programa y tareas de la hora

Los estudiantes luchan por una reforma educativa profunda. Muchos se preguntan por qué el gobierno no cede a esta justa demanda y en Chile se adopta un “modelo educativo” similar al de otros países de la región, con una “muy relativa” gratuidad, algunos puntos más de presupuesto, etc., ejemplos de los cuales los estudiantes chilenos se valen para demostrar que si se puede. Nosotros decimos junto a ellos que se puede, que lo “posible y lo imposible es cuestión de la relación de fuerzas”. Pero al mismo tiempo señalamos que cualquier demanda profunda de los trabajadores y los estudiantes, como es el caso, demuestra los límites del capitalismo. En otras palabras, el gobierno y el régimen defienden el puñado de capitalistas que dirigen la educación chilena y hacen sus negocios a costa de esta, y no cederán sino se lo hace ceder con una lucha cada vez más fuerte.

Al mismo tiempo, señalamos los límites de la lucha por reformas. En su época de agonía, el régimen burgués es incapaz de otorgar reformas generales, estables, duraderas, elevar sistemáticamente el nivel de vida, el nivel educativo, etc. El capitalismo es un sistema en decadencia. En este sentido general, las conquistas que obtengamos solo pueden ser parciales y estarán amenazadas sistemáticamente por la burguesía. Las direcciones reformistas oficiales de los trabajadores y estudiantes (PS-PC) quieren hacer creerles que por medio de cambios graduales (unos más otros menos) los trabajadores pueden acceder a condiciones de vida radicalmente distintas, en los marcos del capitalismo, a un capitalismo “humano”. Ese es el contenido ideológico, programático y político de la “lucha contra el neoliberalismo”. Pero el capitalismo ya no tiene nada para dar, más que guerras, represión, hambre, degradación ambiental.

Aun así, tampoco podemos dejar de señalar, que al estar basada en la explotación y la división de clases, “la educación “más democrática” no deja de ser profundamente desigual y excluyente con los hijos de los trabajadores, etc. Y lo mismo ocurre con relación a la política con la que el PC orienta todas sus demandas de carácter económico y social. Los trabajadores y estudiantes deben orientarse entonces por la necesidad de liquidar el actual régimen capitalista, para que la clase obrera gobierne. Al falso planteo de una “democracia social” capitalista, le oponemos una lucha de carácter obrero y socialista. Para luchar por esta salida hace falta un partido de trabajadores revolucionario.

Planteamos el siguiente programa:

1- Educación gratuita, pública, completamente financiada por el Estado (fin del lucro), y por un sistema educativo nacional que ponga fin a la municipalización de la enseñanza. Que todo estudiante pueda estudiar la carrera que elija: Eliminación del PSU. Ingreso irrestricto a las Universidades. Anulación de las deudas de las familias por los créditos educativos.

2- Aumento del salario mínimo al costo de la canasta familiar. Anulación de toda la legislación laboral impuesta por la dictadura. Fin a la subcontratación. Convenio Colectivo. Libertad de organización sindical.

3- Por un Congreso Nacional de Delegados de Base, de la CONFECH, la CONES (Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios) y el Colegio de Profesores, para fortalecer el movimiento y unificar la respuesta política frente al gobierno.

4- Frente a la represión del gobierno, no a las acciones aisladas al margen de los obreros y estudiantes, sino piquetes de autodefensa, como parte de la preparación democrática de la lucha.

5- No se necesitan mesas de diálogo mientras el gobierno se niegue a dar una respuesta favorable a la cuestión de la gratuidad con financiamiento estatal de la educación. No al Plebiscito. Por una Huelga General hasta conquistar la educación gratuita y las demandas actuales de la clase obrera.

6- La CUT ha señalado que Chile vive las principales jornadas de lucha de las últimas décadas. Los trabajadores y los estudiantes deben reclamar entonces la preparación seria de esta medida. Asambleas Obreras y Populares en todas las regiones, para fortalecer la unidad de la clase obrera, los estudiantes y los sectores populares, siguiendo el ejemplo de Valparaíso. De esta forma, fortaleceremos la lucha por nuestras demandas y derrotaremos al gobierno de Piñera.

7- No pago de la deuda externa. Expropiación sin pago de la industria del cobre. Nacionalización de los bancos. Sistema jubilatorio estatal. Monopolio estatal del comercio exterior.

8- Juicio y Castigo a los responsables de los asesinatos de Manuel Gutiérrez y Mario Parraguez Pinto. Cárcel a los militares asesinos de la dictadura.

9- Eliminación del sistema electoral binominal. Anulación de la Constitución del 80.

10- Disolución de Carabineros y de las FFAA, por milicias obreras y populares. Por un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre.

Sobre la consigna de Asamblea Constituyente en Chile

La transición de la dictadura de Pinochet a un régimen democrático burgués en los años 90’ se desarrolló esencialmente por una vía reformista, un proceso diferente al de otros países latinoamericanos, en los cuales la caída de las dictaduras estuvo inmediatamente precedida de grandes huelgas, luchas obreras y populares, y una aguda crisis del régimen dictatorial que ponía en cuestión su continuidad.

En el año ‘88, la dictadura convocó un plebiscito para definir la continuidad o no de Pinochet como presidente. En estas elecciones se impuso el NO (por un 55%), lo que abrió la convocatoria a elecciones en el plazo de un año, finalmente ganadas por la Concertación.

La convocatoria al Plebiscito, había sido establecida con anterioridad, en la Constitución promulgada por la dictadura en 1980. Esta, fijaba el mandato del gobierno de Pinochet en ocho años a partir de su puesta en vigencia y habilitaba dicho mecanismo electoral al final del mandato.

Este desarrollo es lo que explica la ubicación preponderante de las FFAA en la actualidad y la vigencia, en aspectos esenciales, de la Constitución promulgada por la dictadura, dando lugar a un régimen democrático burgués marcadamente bonapartista asentado en dichas instituciones. Este aspecto, otorga a la “lucha democrática” un papel destacado.

Sin embargo, “Las fórmulas de la democracia (libertad de prensa, derecho de asociación, etc.) sólo significan para nosotros consignas incidentales o episódicas en el movimiento independiente del proletariado, y no un dogal democrático echado al cuello del proletariado por los agentes de la burguesía (¡España!)”. (León Trotsky, El Programa de Transición). En los países semicoloniales o atrasados, las tareas democráticas “pendientes”, sobre todo las estructurales (ruptura con el imperialismo e independencia nacional, la nacionalización de la tierra, etc.) sólo las puede resolver la clase obrera en el poder.

La clase obrera debe tomar la lucha democrática como un factor de avance para la lucha revolucionaria hacia un gobierno obrero y popular, nunca como un fin en si mismo.

Es en este último sentido que el PC de Chile mantiene en su programa (2010) el planteo por una Asamblea Constituyente libre y soberana, como coronación de un proceso contra el “neoliberalismo y por la democracia”, es decir la vieja orientación stalinista, para subordinar “el movimiento independiente de la clase obrera” a la burguesía “democrática”. El MIR, subido al carro del nacionalismo burgués latinoamericano, defiende esa orientación.

La mayoría de los pequeños grupos trotskistas chilenos, como el PTR, integrante de la Fracción Trotskista del PTS argentino, o el PRT, sección de la LIT-CI, también plantean la consigna de Asamblea Constituyente con un contenido similar. La AC corona el programa de reivindicaciones que ambos grupos han levantado en el curso de la lucha actual, con la cual sustituyen, tanto en la agitación como en la propaganda, un programa de lucha por el poder obrero, por uno burgués “democrático consecuente”. Se trata entonces de una profunda capitulación programática.

A diferencia de la política de los demócratas pequeñoburgueses, la política trotskista consiste en levantar un sistema de consignas, que de acuerdo al progreso de la lucha, se oriente cada vez más decididamente hacia la conquista del poder por los trabajadores. Cuando la lucha adquiere un carácter general (no parcial ni aislado) como en Chile, las consignas democráticas que constituyen el inicio del movimiento deben entrelazarse con las consignas transicionales (estructurales, anticapitalistas), y las que impulsen la constitución de organizaciones democráticas de lucha obreras y populares, para desarrollar el carácter político del movimiento hacia adelante, contra el régimen burgués y hacia la lucha por un gobierno de los trabajadores. Estos partidos trotskistas, le dan a las consignas democráticas un carácter estratégico, levantándolas “en todo tiempo y lugar”, orientando la lucha no en el sentido de una ruptura cada vez más abierta con el régimen “democrático” burgués, sino contribuyendo a canalizar el ascenso en el marco de las instituciones del régimen.

La consigna de Asamblea Constituyente tiene en Chile el mismo contenido que la consigna de Plebiscito que sostiene el PC. No hay ninguna diferencia sustancial, se trata de dos instituciones burguesas que eventualmente pueden canalizar el importante movimiento y contribuir a su desmovilización, en momentos de agudos choques de clases.

Andrés Caseros y Ramiro Robles

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