domingo, 22 de abril de 2012

1º de Mayo de 2012: El capitalismo se desliza hacia crisis más profundas, y trae más miseria, represión y nuevas guerras


Aunque los gobiernos burgueses traten de disfrazar la realidad, lo cierto es que la crisis de la economía capitalista mundial se profundiza y abarca, con diferentes ritmos, a todas las regiones del planeta. Europa se ha convertido en el centro de la crisis. Cuando los gobiernos y banqueros imperialistas respiraban con cierto alivio porque habían evitado, o más bien postergado, el default de Grecia, un problema aún mayor golpeó las puertas de la Unión Europea: España, cuyo “riesgo país” sigue subiendo, al igual que la cantidad de desocupados, la que ya alcanza aproximadamente los 5 millones. Si Grecia, que sólo representa el 2,6% del Producto Bruto de la Unión Europea (UE), amenaza con arrastrar a toda Europa -y mas allá también- a una catástrofe financiera, la mayor envergadura de la economía española hace temblar las bolsas de todo el mundo. Esta perspectiva amenaza la ya de por si débil e inestable recuperación  de EEUU, basada en una desenfrenada emisión de dólares.
 No estamos en presencia de una crisis más, una de tantas que se sucedieron durante todo el siglo pasado. Es una crisis que por su carácter es comparable a la década del 30. Una crisis de sobreinversión que fue postergada por la burguesía por más de 30 años a fuerza de especulación financiera y ataque a las condiciones de vida de millones de trabajadores y sectores populares en todo el mundo. La especulación financiera encontró su límite y explotó en 2008, convirtiendo en una necesidad de vida o muerte para todos los capitalitas y sus gobiernos, socialdemócratas o abiertamente antipopulares, una ofensiva encarnizada contra toda conquista que los trabajadores hayan arrancado en épocas de crecimiento económico. Sin embargo la magnitud de la actual crisis es tal que no se resolverá ni aun redoblando la superexplotación de las masas populares. La estructura productiva mundial tiene demasiado capital acumulado, por lo que la valorización de ese capital mediante la explotación de la clase obrera resulta cada vez más difícil. El mercado mundial se ha vuelto demasiado estrecho para tantas potencias imperialistas y otras aspirantes a serlo, que compiten entre sí por porciones cada vez más limitadas por la recesión. Una crisis del capitalismo mundial de estas características exacerba la lucha por “los mercados”. A las guerras comerciales y las barreas proteccionistas, le suceden los enfrentamientos militares, indirectos y directos por el nuevo reparto de “la torta”. En ese marco, la rapiña por los recursos naturales, en particular los energéticos, ha significado la masacre lisa y llana de pueblos enteros. Afganistán, Irak, y actualmente las amenazas de guerra contra Irán son la vía indirecta de la lucha de unas potencias contra otras, por el dominio sobre el mercado mundial y el control del petróleo. 

Una crisis histórica del capitalismo mundial

Tras la caída de la URSS y la restauración del capitalismo en Rusia y en el resto de los países gobernados por los partidos de la burocracia stalinista, la burguesía, a través de toda su maquinaria de propaganda, declamaba en tono triunfal, que el capitalismo era el único sistema posible y que a lo máximo que se podía aspirar era a reformarlo (o “humanizarlo”, como decían los dirigentes de la CTA), es decir a “corregir” sus aspectos más nefastos o “salvajes”, dado que el  “socialismo real” o “el comunismo” había fracasado en los hechos.  Doble mentira. En primer lugar el comunismo, como afirmaban Lenin y Trotsky,  sólo es posible con la conquista del poder por la clase obrera a nivel mundial derrotando al imperialismo. El llamado “socialismo real” no fue más que una brutal deformación burocrática del primer intento revolucionario de crear un estado obrero. Lo que fracasó fue  solamente la utopía estalinista de pretender sostener el  “socialismo en un solo país” y convivir pacíficamente con el imperialismo frenando la revolución obrera mundial. La burguesía necesitó de varios siglos para imponer su sistema, el capitalismo. La clase obrera apenas hizo su primera experiencia histórica y todavía no rindió su examen final. Distintas corrientes políticas defienden posturas reformistas planteando que la lucha no es contra todo el capitalismo sino sólo contra el neoliberalismo, por un capitalismo “productivo” y por un modelo “nacional y popular”. Pero el capitalismo es como una moneda que se compone de ambas caras inseparables, y su verdadero rostro lo único que tiene de humano son las marcas de sangre de innumerables masacres cometidas contra los trabajadores y los pueblos oprimidos. Cada día que pasa se hace más evidente que el capital financiero es la cara dominante, más aun en épocas de crisis como la actual, y que la utopía más grande es querer “reformarlo”.  Las nuevas generaciones de la clase trabajadora están experimentando con toda crudeza lo que tiene para ofrecerles éste que según pretenden los reformistas burgueses y pequeñoburgueses sería el “único sistema posible”. Si las cifras de desocupación superan el 20% en los países más golpeados por la crisis, como España, entre los jóvenes asciende a más del 50%. Pero no sólo los jóvenes, sino todas las capas de la población trabajadora están afectadas. Causó un gran impacto en Europa, en donde no son comunes las “inmolaciones”, el suicidio de un jubilado griego que antes de matarse declaró gritando que no soportaba la humillación de tener que sobrevivir revolviendo la basura después de una vida de trabajo.

A Cristina se le cae el maquillaje

 El gobierno de Cristina paso del verso de que la economía argentina estaba “blindada” contra la crisis internacional, a la necesidad de una “sintonía fina”, es decir al ajuste. Si la ofensiva del gobierno contra el pueblo trabajador, con el aval de toda la oposición patronal no es aun tan brutal como en Europa es sólo porque la crisis mundial golpea con ritmos desiguales en cada región: Europa está en un pozo recesivo, Japón en un estancamiento que se prolonga desde hace décadas, EE-UU en una recuperación coyuntural “débil”, los llamados emergentes del BRIC (Brasil, Rusia, China e India) en un “aterrizaje” todavía no definido entre “suave y forzoso”.  Pero la economía es una unidad mundial, y la crisis no se limita a una región en particular, sino que afecta a todos los países. En la Argentina los años de crecimiento a “tasas chinas” ya son historia. Desde el 2009 el kirchnerismo viene manoteando y vaciando cuanta caja tiene al alcance de la mano, para prolongar lo máximo posible un “modelo económico” que se surgió de la recuperación económica posterior a la crisis 1998-2003, basada en la devaluación del peso y la reducción de los salarios a la mitad. Este “modelo” tuvo aire para sostenerse mientras soplaba el “viento de cola” de la economía internacional. Para todos los sectores de la burguesía fueron años de “vacas gordas”, pero aunque franjas importantes  de trabajadores en blanco recuperaron el nivel salarial anterior a la crisis, un 50% de trabajadores sobrevive con sueldos promedio de $3.500 por mes, mientras los niveles de pobreza se mantienen en el orden del 30%. Ahora que el “viento” de la economía internacional empieza a soplar en contra, y las contradicciones internas del propio “modelo” hacen que a “las vacas” se le empiecen a ver las costillas, el gobierno “nacional y popular” se ve obligado a utilizar el capital político ganado en las últimas elecciones para atacar las condiciones de vida del pueblo trabajador. Y aún cuando el ajuste está en sus primeros e indecisos pasos, los trabajadores empiezan a ver cómo se va cayendo el maquillaje popular que encubre el verdadero rostro propatronal y proimperialista del gobierno kirchnerista. La masacre de Once, consecuencia inevitable de un sistema de transporte donde las patronales, con la complicidad del gobierno y los burócratas sindicales, se llenan los bolsillos sin invertir un peso, mientras los trabajadores viajan como ganado y en peligro permanente, demuestra para quién gobierna Cristina. La defensa, con represión incluida, de los pulpos mineros imperialistas  mientras cacarean un discurso “nacionalista” sobre Malvinas o sobre la expropiación parcial de Repsol-YPF –con la cual se van a beneficiar los capitalistas amigos y otras petroleras imperialistas-, también va debilitando la confianza o esperanza que muchos compañeros tienen en este gobierno.  Es por eso, por el temor a que el discurso demagógico no alcance para contener la respuesta obrera y popular al ajuste, que Cristina y el conjunto de las patronales aceitan y pertrechan el aparato represivo. La ley antiterrorista viene a reforzar las herramientas a disposición de una Justicia al servicio de los intereses patronales para atacar a quienes se atrevan a enfrentar el ajuste. La huelga y el piquete se transformaron en “extorsión” en el lenguaje K. La gendarmería espía a los activistas obreros y populares, y a fuerza de palazos despeja las rutas que pueblos enteros cortan para impedir el saqueo y la contaminación ambiental de los amigos megamineros de Cristina. Una numerosa cantidad de efectivos de la Gendarmería y la Guardia de infantería es destinada a amedrentar a los choferes de la línea 60 que luchan por derechos obreros elementales.

La necesidad urgente de un partido revolucionario

 Lo que en Argentina asoma como una incipiente resistencia de los trabajadores y el pueblo a pagar los costos de la crisis capitalista, en el resto del mundo toma dimensiones que ponen los pelos de punta a la burguesía imperialista. Las masas obreras y populares de África del Norte y Medio Oriente se levantan contra los regímenes títeres del imperialismo y las dictaduras seudo-nacionalistas que los oprimieron durante tres y cuatro décadas buscando romper las cadenas de tantos años de explotación, y de opresión política y social. La clase obrera europea, en alianza con la juventud movilizada, se levanta contra los brutales planes de ajuste y miseria. En EEUU los jóvenes y sectores de la clase obrera despiertan a la lucha. Sin embargo la enorme predisposición a la lucha de millones de personas no logra frenar la ofensiva de la burguesía. En Europa Las burocracias sindicales y los reformistas de distinto pelaje logran por ahora contener esta presión por abajo. Cuando se hace insostenible recurren a paros generales de 24 horas aislados en el tiempo y en cada país para liberar de forma lo más controlada posible la energía revolucionaria de las masas.

Grecia es un ejemplo que sirve para sacar conclusiones: En las elecciones de fines del 2009 los trabajadores votaron al Pasok (partido socialdemócrata) contra el partido Nueva Democracia (conservador de derecha) creyendo que la socialdemocracia no avanzaría con los ajustes en su contra. Una vez en el poder, el Pasok aplicó un durísimo ajuste, y luego se unieron en una coalición parlamentaria para sostener al gobierno de Papademos (un “tecnócrata” ex integrante del pulpo financiero Goldman Sachs). Es decir, reformistas de la “tercera vía” similares al kirchnerismo o al FAP binnerista, aliados a conservadores similares a Macri o Scioli; están juntos, en contra de los trabajadores, para sostener el orden burgués. En el curso de estos últimos dos años los trabajadores griegos ya realizaron entre 18 y 20 paros generales de 24 y 48 hs contra las políticas antiobreras. Pero el gobierno, bajo la presión de la burguesía imperialista europea siguió adelante. La conclusión está a la vista para el que la quiera ver: Sólo se puede impedir que “la crisis la paguen los trabajadores” volteando al gobierno burgués e imponiendo un gobierno de los trabajadores apoyado en todos los sectores explotados del pueblo. Como en Grecia, España, Portugal, y en todos los países en los que siguiendo como la sombra al cuerpo del desarrollo de la crisis crecen las luchas obreras y populares, se hace sentir la misma necesidad. Y aún con más agudeza en Túnez, Egipto, Libia, Siria, en donde al costo de gran cantidad de vidas, los partidos de las burguesías “islamista” acuerdan con las potencias imperialistas para frenar los levantamientos revolucionarios a la vía muerta de un retaceado régimen democrático burgués.
La impotencia de la clase obrera ante esta situación refleja la ausencia de una dirección revolucionaria. Porque para avanzar en esta tarea histórica los trabajadores necesitamos una organización que prepare y dirija la lucha, un partido de trabajadores revolucionario.
En Argentina, los trabajadores recién están empezando a hacer su experiencia con el gobierno Kirchnerista. Los primeros meses del tercer mandato están dejando  al descubierto que el gobierno de Cristina no es “popular” y que no está con los trabajadores. El frío de la decepción se apodera de los que antes estaban más entusiasmados y comienza un importante proceso de reflexión política tratando de entender que es lo que pasa. Comienzan las primeras luchas en los sectores que han logrado desplazar el control de la burocracia. En este marco, todavía se mantienen para una franja de la vanguardia obrera y popular, como un eco de las últimas elecciones, las expectativas en el FIT. Para muchos compañeros parecía ser el inicio de una nueva perspectiva, que permitiera la unidad de los trabajadores y jóvenes antiburocráticos, clasistas, revolucionarios socialistas o “anticapitalistas” en general. Sin embargo el FIT, como tal, está prácticamente paralizado. En lugar de proponer mecanismos que permitieran organizar de manera amplia a una parte significativa de los trabajadores de vanguardia, se limitaron -cada uno por su lado- a la captación individual partidaria. En lugar de llamar a ampliar la participación en el FIT a los grupos que quedaron afuera de la alianza electoral, pero que apoyaron aunque fuera críticamente su campaña y con los que se puede compartir importantes acuerdos programáticos clasistas, ni siquiera pueden sostener el acuerdo entre ellos. Hasta ahora, y a pesar de las declaraciones de los dirigentes que generaron falsas expectativas, la realidad ha demostrado que el FIT sólo se trataba de un acuerdo limitado electoral, y que así como en la campaña electoral se reflejó un desenfrenado oportunismo electoralista, a la hora de buscar la unidad para intervenir en la lucha de clases se expresa un extremado y estéril sectarismo.
Tampoco alcanzaron a impulsar ninguna orientación política unificada como FIT, cediendo la iniciativa a la CTA Michelista y a los partidos afines al FAP (Binner).

Mientras todos los días se cruzan en discusiones  de aparatos y ni siquiera se ponen de acuerdo en una orientación común para las elecciones sindicales, por lo cual los acuerdos que alcanzan en algunos gremios son según las circunstancias y conveniencia política de cada partido, ahora el FIT convoca a un acto por el día internacional de los trabajadores el 1º de mayo. Seguramente en los discursos se hablará de la necesidad de la unidad internacional de los trabajadores, de revolución y socialismo. O sea, a la unidad para las elecciones podríamos sumarle ahora esta unidad para “los días de fiesta”.
Los trabajadores también en la Argentina necesitamos un partido revolucionario que sea parte de una organización internacional obrera revolucionaria. Nosotros pensamos que ninguno de los partidos que integran el FIT, cada uno por su lado, o unificados, son ese partido revolucionario que necesitamos. Sin embargo,  no descartamos que bajo la presión de un ascenso obrero y popular los partidos que integran el FIT puedan cambiar la orientación sectaria actual y buscar mecanismo de acción unificada; paso imprescindible, para impulsar en conjunto, con las organizaciones revolucionarias que no integramos actualmente el frente, la unidad de la vanguardia juvenil, obrera y popular, para actuar unificadamente en la lucha de clases, en las luchas sindicales y también en la lucha política, y permitiera en su seno la discusión democrática de las diferencias, se habrá avanzado un paso importante, porque sólo de una delimitación de posiciones sobre la base de la experiencia común de un amplio sector de vanguardia en la lucha de clases se podría avanzar en la construcción de ese partido. Pero lamentablemente, las direcciones del FIT hasta ahora han demostrado que no están a la altura de las circunstancias. El PRS y la Corriente de Trabajadores hemos constituido un Comité de Enlace. En base a un acuerdo de principios y mediante la actividad conjunta en la lucha de clases y la discusión fraternal estamos preparando nuestra unificación. No pretendemos que de allí vaya a surgir automáticamente, por acumulación individual, EL partido revolucionario, sino que esperamos que la unidad de nuestras fuerzas sea un paso adelante en el necesario reagrupamiento de los revolucionarios.  Y es por eso que invitamos a los jóvenes y trabajadores a incorporarse a nuestras organizaciones para que desde esta trinchera luchemos por la construcción de un partido de trabajadores revolucionario que reclama con fuerza la situación actual.  

Comité de Enlace
                                                                                           PRS/Corriente de Trabajadores

                

domingo, 8 de abril de 2012

¡La lucha de los choferes de la 60, la 24 y la 25 es una sola!


El reclamo de los trabajadores de MONSA línea 60 es completamente justo: 1) que se reincorpore a los despedidos, 2) que se otorguen los cambios de tarea a aquellos trabajadores cuya salud no les permite seguir manejando (es decir, que la patronal no tire a la calle a los compañeros que fueron “exprimidos” durante largos años), 3) cumplimiento de los recorridos y frecuencias de los servicios (lo que hace a las condiciones de trabajo de los choferes pero también a la forma en que viajan diariamente miles de trabajadores) y 4) pago de las horas extra al 100% para una parte del personal que no lo percibe.

Luego de una larga negociación, MONSA ha ratificado los despidos, lo que plantea la profundización de las medidas de fuerza. La estabilidad laboral es una conquista fundamental que se debe defender.

Que la patronal pretenda presentar los despidos como “casos aislados” que estarían justificados es una trampa. Si pasan los despidos la patronal estará en mejores condiciones para golpear al Cuerpo de Delegados, para aplicar el “modelo laboral” que DOTA impone en todas sus empresas (con la consiguiente pérdida de conquistas) también en la 60. En cambio, defendiendo con firmeza la estabilidad laboral de TODOS los choferes se defienden las conquistas y a los delegados de forma consecuente.

Pero MONSA no es la única línea que esta en conflicto. En la 25 (Tomás Guido) llevan más de 10 días de abstención de tareas, iniciado por el reclamo sobre las condiciones laborales (escasas frecuencias y nulo mantenimiento de las unidades). La patronal respondió al reclamo de una manera brutal: con el despido de toda la planta de trabajadores lo cuál ha reforzado la voluntad de lucha de los compañeros. También en la 24 salieron al paro por el “cierre de libreta” y se encuentran ahora bajo una conciliación obligatoria.

Es que el problema de las condiciones laborales en el transporte han aflorado luego del “crimen social” de Once. En las empresas de colectivos se aplica el mismo “modelo” que en el ferrocarril. La política de subsidios del gobierno nacional es la que garantiza los enormes beneficios a las empresas sin inversión y en muchos casos sin sacar las unidades a la calle obteniendo así superganancias a costa de las condiciones laborales y la calidad del servicio.

Por último está la cuestión salarial. Los dirigentes de la UTA no sólo son co-responsables (junto a las patronales y el gobierno nacional) de la implementación de esta política de transporte sino que han firmado el acuerdo de paritarias más bajo de los últimos años (una suma de $1000 equivalente al 17,8% de la categoría inicial), frente a una inflación del 25%, lo que implica una caída del poder adquisitivo del salario. En varias líneas han dicho que se trata de un primer acuerdo y que después se reabriría la negociación salarial lo cual no consta en el acuerdo firmado.

La lucha de los trabajadores de MONSA, de la linea 24 y la 25 son la expresión visible del rechazo a toda esta política. La crisis del transporte exige un planteo de lucha: 30% de aumento salarial, 6 horas de trabajo, estatización del transporte, bajo control democrático de trabajadores y usuarios.

Unir la lucha

Con cerca de 2000 choferes (de las tres líneas) en conflicto laboral entre los cuales los trabajadores de la 25 llevan más de 13 días de abstención de tareas, cabría a la dirección de la UTA la convocatoria a un paro de toda la corta y media distancia en Capital y Provincia de Bs.As hasta obtener las reivindicaciones de los trabajadores. Sin embargo, cómo lo demuestra la firma del acuerdo paritario la orientación de la dirección del sindicato no es desarrollar ninguna lucha. Es entonces a partir de las asambleas que se convoquen en cada línea y de los Cuerpos de Delegados que hay que desarrollar una política que unifique a los cerca de 2000 choferes en lucha. Como primer paso se podrían coordinar medidas de lucha conjuntas de las líneas en conflicto y avanzar hacia un Comité de Lucha que unifique a los trabajadores de la 60 la 24 y la 25 y que reclame a UTA el paro seccional hasta obtener las demandas. Esta unidad fortalece a los trabajadores y los pone en mejores condiciones para obtener sus reclamos.

Al mismo tiempo, se puede convocar a las comisiones internas y cuerpos de delegados, organizaciones estudiantiles, políticas, sociales etc dispuestos a apoyar a los choferes a conformar un Comité de Solidaridad para impulsar en primer lugar un Fondo de Huelga.

¡Reincorporación de los despedidos!

¡Cumplimiento de todas las demandas de los trabajadores de la 60, la 24 y la 25!

¡Unidad de las empresas en conflicto: Medidas conjuntas y Comité de Lucha!

¡Paro seccional de UTA hasta obtener las demandas!

¡Solidaridad con los choferes: por un Fondo de Huelga!

PRS - Partido de la Revolución Socialista

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