viernes, 22 de julio de 2011

Primeras etapas de una revolución obrera y popular en marcha


Cayó Ben Alí, pero Ghannouchi intenta garantizar la continuidad del régimen


Túnez y Egipto, en el Magreb y el medio oriente

Túnez es una semicolonia francesa con 10 millones de habitantes ubicada en el norte de África, en la zona llamada el Magreb, donde habitan pueblos de origen árabe. Era considerado hasta hace poco tiempo atrás el país más estable y con el nivel de vida más alto de la zona, con un crecimiento promedio del 5% durante las últimas dos décadas.< /br> Pero esta situación encubría no sólo la represión ejercida por Ben Alí desde 1987, quién fue concentrando en manos de su familia una buena parte de las empresas más rentables, sino también la crisis de la clase media, a consecuencia de lo cual un millón de jóvenes tunecinos emigraron, sobre todo a Francia, Italia y Alemania. Mientras veinte familias disfrutaban del ocio en los Alpes o en París, la desocupación aumentaba hasta alcanzar el 36% entre los más jóvenes: entre los egresados universitarios pasaba de un 0,7% en 1984 a un 4% en 1997 para alcanzar un 20% en 2010. < /br> La inmolación del joven de 26 años, egresado universitario y desocupado, Mohammed Bouazizi, vendedor ambulante en Sidi Bouzid, fue la chispa que encendió el odio popular contra el régimen de Zine al-Abidine Ben Alí. La desocupación y el alza de los precios de los productos básicos alimenticios había acumulado suficiente material inflamable como para que una nueva injusticia -de las que cotidianamente cometía el aparato represivo del régimen tunecino y que en otro momento hubiera pasado sin mayores consecuencias-, diera comienzo a un levantamiento obrero y popular espontáneo.< /br> Las manifestaciones habían comenzado el 17 de diciembre de 2010. Desde Sidi Bouzid se fueron extendiendo por todo el país. En varias ciudades los manifestantes asaltaron e incendiaron empresas de la familia Trabelsi (esposa de Ben Alí), edificios públicos y destacamentos policiales. A los jóvenes desocupados se sumaron los obreros mineros de Gafsa, que en 2008 protagonizaron una dura lucha, que fue derrotada con una represión sangrienta. < /br> La policía reprimió ferozmente causando decenas de muertos en Kassedine. Las fuerzas represivas ocuparon violentamente la sede regional de la UGTT (Unión General de Trabajadores Tunecinos). En Thala los estudiantes secundarios se enfrentaron con la policía, por lo que el gobierno ordenó el cierre de los colegios. < /br> La represión pretendía parar el movimiento, pero, como ocurre cuando las masas están decididas, el efecto fue el contrario: la movilización se extendió a los barrios obreros de Túnez.< /br> Las revueltas espontáneas protagonizadas por jóvenes desocupados, estudiantes, obreros y las capas más pobres del pueblo, impactaron sobre los cuadros medios de la única central sindical, la UGTT -que con alrededor de 500.000 afiliados, agrupa principalmente gremios del sector público y de servicios- los que bajo la presión de sus bases, convocaron a huelgas y manifestaciones regionales. La dirección de la UGTT colaboraba con el régimen de Ben Alí a tal punto que en el 2009 se pronunció por su reelección. Pero para no ser arrollada por los acontecimientos, se vio obligada a convocar a un paro general para el 14 de enero, aunque, por supuesto, no hizo nada para organizarla ni darle una dirección centralizada.< /br> "Los movimientos sociales eran muy fuertes, el ejecutivo de la UGTT se vio obligado a seguir a sus militantes, que estaban masivamente inmersos en esos movimientos. Hoy, la UGTT debe ser la garante del cambio, político, económico y social. No existen otros, la organización debe pues asumir un papel político importante. La UGTT es nuestro parapeto social", explica Ahlem Belhal, Delegada sindical de la federación de los médicos de hospital.< /br> A pesar del boicot consciente de la dirección, la convocatoria de la UGTT permitió que se pudiera concentrar, en una acción unificada nacionalmente, las manifestaciones que hasta ese momento se desarrollaban aisladas por región. < /br> Las primeras demandas de los explotados y oprimidos eran elementales: Pan y trabajo. Pero rápidamente tomaron un carácter político contra el régimen represivo y corrupto de Ben Alí: "abajo los verdugos del pueblo", "trabajo, libertad, justicia social" y "Ben Alí, márchate". < /br> < /br>


El rol del ejército

< /br> El régimen de Ben Alí depende del apoyo del imperialismo, pero internamente se sostuvo por el control político ejercido por el partido del gobierno RCD (Reagrupamiento Constitucional Democrático), el aparato represivo policial y el apoyo de la burocracia sindical y el ejército. Pero la función principal de las fuerzas armadas, más allá del apoyo al gobierno, es el de ser el sostén último del régimen burgués.< /br> En primer lugar, Ben Alí lanzó contra las manifestaciones a la policía, incluyendo a francotiradores que provocaron muchas muertes, y bandas parapoliciales que recorrían los barrios atacando a la los jóvenes y trabajadores movilizados. Pero en lugar de intimidar, estas acciones causaron más indignación y como respuesta organizada surgieron en los barrios los comités de autodefensa, a la vez que en las fábricas y empresas los trabajadores se organizaban en comités de lucha. < /br> El ejército tunecino tiene 45.000 efectivos, con soldados conscriptos incluidos. Cuando el jefe del ejército general, Rashid Ammar, llegó a la conclusión de que era inevitable la caída del régimen y viendo que las tropas simpatizaban con la revolución, lo que podía provocar el quiebre de la disciplina, se negó a respaldar las órdenes de Ben Alí que le reclamaba aplastar las manifestaciones. La decisión de Ammar de retirar su apoyo a Ben Alí precipitó su caída el 14 de enero.< /br> Ben Alí huyó del país refugiándose en Arabia Saudita –parece que llevándose ”de recuerdo” una tonelada y media de oro, algo así como 60 millones de dólares-, pero antes designó sus sucesores. En su lugar asumió Fouad Mebazaa, ex presidente del Parlamento, quién nombró como Primer Ministro al ex Premier de Ben Alí, Mohamed Ghannouchi.< /br> Este pretende encabezar un gobierno de transición hasta las elecciones que serían convocadas para dentro de seis meses. Designó como ministros para el gobierno de transición a una mayoría de dirigentes de confianza del RCD, a algunos miembros de los partidos de la oposición burguesa y socialdemócrata, incluyendo también al ex PC (Ettajdid), y a tres miembros de la UGTT. < /br> Pero las manifestaciones continuaron contra esta maniobra a la que las masas identificaron correctamente como el intento de preservar el régimen. < /br> Desde su ubicación de “protectores de la revolución” –demagogia por medio-, el ejército se coloca como garante y sostén del orden burgués y del gobierno de transición: "Nuestra revolución es vuestra revolución. La revolución de los jóvenes no puede perderse y podría ser explotada por aquellos que piden un vacío". Con estas palabras, asustando con los peligros de provocar un “vacío de poder”, el general Ammar trataba de contener a los manifestantes que reclamaban la caída del gobierno interino del primer ministro Ghannouchi.< /br> Sin embargo, la presión de los trabajadores continuó y obligó a renunciar a los tres ministros nombrados de la UGTT y con ello derrotó esta primer maniobra, pero no logró la caída de Mohamed Ghannouchi, que en pocos días anunció una nueva composición del gobierno integrada ahora por tres ministros provenientes del RCD -que sin embargo, y como parte de la nueva maniobra, se vieron obligados a renunciar a su partido-, y una mayoría de “personalidades independientes”.< /br> Para hacer pasar esta nueva maniobra, el gobierno interino tuvo que hacer concesiones a las masas: se anuncio la liberación de 1.800 presos políticos, el procesamiento de Ben Alí por corrupción, la disolución del ex ministerio de Información, encargado de la censura. Aún así, las manifestaciones continuaron en la capital, Regueb, Kasserine y otras ciudades con asaltos a sedes del RCD. “Queremos un nuevo Parlamento, una nueva Constitución, una nueva República” clamaban en la avenida Burguiba los manifestantes, “nos sacamos de encima el dictador pero aún no la dictadura”.< /br> Sin embargo, las manifestaciones se fueron debilitando porque, sobre todo los sectores de clase media -que se sumaron a la movilización cuando ésta alcanzó la capital tunecina-, empezaron a responder favorablemente a la oposición burguesa y a los partidos reformistas que dieron apoyo al nuevo gobierno armado por el primer ministro Ghannouchi. < /br> < /br>


Los límites de la espontaneidad

< /br> “El rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos. En tiempos normales, el Estado, sea monárquico o democrático, está por encima de la nación; la historia corre a cargo de los especialistas de este oficio: los monarcas, los ministros, los burócratas, los parlamentarios, los periodistas. Pero en los momentos decisivos, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, éstas rompen las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención crean un punto de partida para el nuevo régimen.< /br> ”Las masas no van a la revolución con un plan preconcebido de sociedad nueva, sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir soportando la sociedad vieja. Solo el sector dirigente de cada clase tiene un programa político…” (León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa)."< /br> La ausencia de un partido revolucionario de la clase obrera, explicable en última instancia por la serie de derrotas que sufrió la revolución mundial en los 90 años precedentes, ha permitido que las direcciones reconocidas por la clase trabajadora (UGTT) y las masas pobres (partidos burgueses y pequeño burgueses varios), traicionen la revolución dándole apoyo al gobierno de transición dirigido por el primer ministro Ghannouchi, el cual cediendo algunas concesiones pretende escamotear el triunfo de las masas, dándole continuidad al régimen, y sobre todo garantizar el orden burgués proimperialista.< /br> Sin embargo, todavía no está todo dicho. La clase obrera y el pueblo han creado sus propias organizaciones durante la lucha: los comités de empresa, los comités de barrio, los comités de autodefensa. Han sido momentáneamente engañadas pero no han sido aplastadas. Vienen de comprobar la fuerza de su movilización que obtuvo el triunfo de la caída del odiado Ben Alí.< /br> La situación en Túnez parece entrar ahora en una tensa expectativa, como si después de la enorme energía desplegada en las calles, se tomara un respiro a la espera del desarrollo de los acontecimientos sobre todo en Egipto, pero también en los otros países del Magreb y el Oriente Próximo.< /br> El próximo triunfo solo se podrá conseguir apoyándose en el desarrollo y la centralización de los organismos de lucha creados por los trabajadores, que deberán quebrar la resistencia del gobierno de unidad burguesa encabezado por Ghannouchi, sostenido por la policía y el ejército.< /br> Para conseguir pan, trabajo y libertad. Para alcanzar un verdadero punto de partida para un nuevo régimen, obrero y popular, las consignas que deben guiar la lucha son:< /br> < /br> ¡Abajo el gobierno continuista del primer ministro Ghannouchi! < /br> ¡Gobierno de la UGTT, apoyado en un congreso de delegados obreros de empresa, los comités de barrio y de autodefensa!2/2/11

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