viernes, 20 de enero de 2012

Rosario: El fusilamiento de tres jóvenes


Durante la madrugada del 1º de enero, en la canchita de la Agrupación infantil Oroño de Villa Moreno (en la zona sur de Rosario) fueron asesinados tres jóvenes militantes del Movimiento 26 de junio que integra el Frente Popular Darío Santillán (FPDS): Jeremías Trasante de 17 años, Claudio Suárez de 19 y Adrián Rodríguez de 20.

Las primeras informaciones periodísticas, tomando la versión de los mandos policiales, decían que se trataba de un “ajuste de cuentas” entre bandas enfrentadas. De esta forma pretendían que para la “opinión pública” estos asesinatos pasaran desapercibidos, y que los que no viven en el barrio digan “que se maten entre ellos”. Sin embargo, muy rápido se conoció la verdad: “no estaban en nada raro. Eran chicos sanos…vivían de changas y militaban acá. Para este año teníamos pensado armar una cooperativa gastronómica.”

El enfrentamiento entre bandas existe y casi todos los días se cobra alguna vida. Pero estos tres jóvenes fueron víctimas inocentes de la venganza de los elementos de una de las bandas que asolan la zona sur.

Entonces, no sirve de nada mirar para otro lado, porque la droga se extiende con rapidez por los barrios de Rosario y zonas vecinas. La droga mata de muchas maneras, y más todavía la porquería barata que consumen los pibes más pobres. La plata fácil de la venta de la droga engancha a pibes que terminan muertos en la lucha a tiro limpio entre las bandas que se disputan el territorio. Así como una persona mal alimentada tiene menos defensas frente a las enfermedades, cuando abunda la pobreza y escasean las posibilidades de tener un trabajo “digno”, en blanco y con un sueldo que alcance para cubrir las necesidades para vivir (y no solo para subsistir), cuando cuesta un montón terminar la secundaria, y es imposible tener una vivienda, se crea una situación social que es caldo de cultivo para todas las miserias sociales.

Pero esta situación no es un fenómeno natural, no es un terremoto ni un huracán, es una catástrofe social provocada no por la naturaleza, sino por el régimen capitalista de explotación en el que vivimos. El gobierno nacional se jacta de que llevamos 8 años de crecimiento económico, el más importante de la historia del país, dice Cristina. Se chicanean en los discursos con Binner, a ver si creció más la nación o creció más Santa Fe. Pero las palabras no pueden ocultar la realidad de que la pobreza que alcanza a la cuarta parte de la población, sigue siendo muy alta.

Sobre esta situación actúan estas bandas, pero no actúan solas. Tienen el amparo de la policía, los jueces y el poder político.

Binner/ Bonfatti dicen que van a ser implacables con el narcotráfico y que van a “depurar” la policía, pero hasta ahora ¿qué hicieron? ¿Acaso no saben que la policía se financia y los oficiales se enriquecen, asociados al delito? La policía no se puede “depurar” porque la corrupción no es un problema que afecte a algunos individuos, sino que abarca a todos los mandos oficiales de la institución. La policía es una institución que sirve para la represión al pueblo. La clase capitalista la necesita para eso y para que les cuide sus propiedades. Los gobiernos capitalistas cuando son acosados por la movilización obrera y popular dependen de la policía para sostenerse en el poder. Por eso el poder político apaña y les permite hacer lo que quieran, siempre que lo hagan por abajo, sin que se haga público. Pretender “depurar” la policía es como tener un perro bravo para que cuide el fondo de la casa y después querer sacarle un hueso de la boca.

No se puede confiar en la policía. Tanto para defenderse de estas bandas como de la delincuencia que roba a trabajadores y pobres en los barrios populares, necesitamos organizar entre trabajadores y vecinos comisiones de autodefensa.

Pero NO puede haber solución de fondo a este problema mientras los trabajadores no terminemos con el capitalismo. Un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, al expropiar a los capitalistas terminaría con la pobreza y la desocupación, terminaría con el tráfico de droga y disolvería los cuadros policiales, reemplazando a la policía por una milicia obrera y popular. Para alcanzar estos objetivos lo que hace falta es organizar un partido de trabajadores que luche por la revolución socialista.

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