jueves, 15 de diciembre de 2011

El segundo mandato de Cristina viene con ajuste y palos debajo del brazo


En el discurso con el que asumió su segundo mandato (tercero del kirchnerismo), la presidente Cristina F de Kirchner volvió a repasar los “logros y virtudes”, que le permitieron ganar las elecciones.

Haciendo referencia a los juicios contra los represores de la dictadura militar, política con la que consiguió el apoyo de las organizaciones de derechos humanos, dijo que ya al asumir la presidencia en el 2007 había pedido que finalizaran los juicios y que esperaba que el próximo presidente al asumir no tuviera que repetir ese mismo deseo. Pero el total de condenados por la represión durante la última dictadura, luego de las condenas dictadas en la megacausa ESMA, asciende sólo a 262, según un informe de la Unidad Fiscal de seguimiento de estas causas que funciona en la Procuración General de la Nación. Si tenemos en cuenta que durante la dictadura funcionaron alrededor de 550 centros clandestinos de detención, esto significa que la proporción de los represores condenados no llega ni a uno cada dos centros de detención. Y sin embargo Cristina está apurada por terminar con los juicios. “Ella” necesita dar vuelta esa página para terminar de “reconciliar a las fuerzas armadas con el pueblo”, es decir, introducir en la conciencia popular que las Fuerzas Armadas actuales no tienen nada que ver con las de la dictadura militar, que ahora son “patrióticas”, para contar con algún apoyo social, si en caso de ser necesario, tenga que usarlas para reprimir las luchas obreras y populares.

No es casualidad que se haya referido también a las huelgas de docentes y petroleros en “su” provincia de Santa Cruz, condicionando el derecho de huelga, al decir que bajo su gobierno hay derecho de huelga, pero que no va a tolerar “el chantaje”. Estas no son sólo palabras, sino que ya las fuerzas represivas del gobierno nacional y el gobierno kirchnerista provincial de Santa Cruz intervinieron en conjunto para ocupar la ciudad de Las Heras, persiguiendo a los delegados y activistas petroleros, y deteniendo al delegado Víctor Oñate, que al día de hoy sigue preso. Con el mismo argumento de que estarían boicoteando a su gobierno, militarizó a los controladores aéreos colocándolos bajo la autoridad de la Fuerza Aérea, utilizando para ello un decreto de la dictadura todavía vigente. Para hacerla completa pidió que el Ministerio de Trabajo le quite la personería gremial a APTA, gremio que agrupa al personal de mantenimiento de las aeronaves.

El gobierno dice estar con los trabajadores, pero, actuando “con el código penal en la mano”, lleva más de 5000 causas judiciales abiertas contra delegados y activistas obreros y populares, y varios ya presos, por luchar por sus necesidades. Mientras que para las patronales que fugan millones de dólares, algo que la ley les permite –según dijo la misma Cristina-, sólo hay algunos reproches y llamados a invertir en el país.

Luego de recordar la situación social que había en el país cuando asumió el gobierno Néstor Kirchner, dijo que nunca en la historia del país hubo un período de crecimiento tan prolongado, y agregó que gobernará para lograr una Argentina más justa e igualitaria. Pero no explicó por qué después de 8 años de alto crecimiento de la economía, según la encuesta de Caritas todavía hay un 34, 9% de pobreza (4,4 millones de personas) en el área metropolitana (capital y conurbano bonaerense), y según la CTA oficialista (Yasky) a fines de 2010, la pobreza alcanzaba al 22,9% y la indigencia al 6,1% de la población del país.

Los medios periodísticos se quejaron de que hubo pocos anuncios acerca del rumbo de su futuro gobierno. Pero más que anuncios, son algunos hechos destacados de la realidad de las últimas semanas, los que indican hacia donde se orienta el gobierno: Tarifazos, topes salariales y represión a los que luchen, amenazando con limitaciones al derecho de huelga.

Contra los tarifazos: restatización de las empresas privatizadas, las petroleras y el transporte público

Cristina nos quiere vender espejitos de colores. No es que se le quitan los subsidios a quienes no los necesitan, como repite y repite la propaganda oficial. La suba de impuestos y el precio del transporte público es generalizada en todo el país (salvo por ahora en capital y el conurbano bonaerense), sin distinción de condición social. La inflación y el quite de los subsidios van a golpear a los trabajadores y a los pobres.

El quite de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos, significa que lo que antes pagaba el Estado a las empresas -privatizadas bajo el gobierno de Menem-, ahora los vamos a pagar los trabajadores y las clases medias, porque lo que le toque pagar a los empresarios lo van a trasladar a los precios. Con ésta decisión el gobierno quiere ahorrar plata para pagar la deuda externa, ya que por la fuga de capitales (dólares) se quedó sin reservas de libre disponibilidad.

Con subsidios o sin subsidios, las “corporaciones” internacionales dueñas de YPF y las demás petroleras, las telefónicas, las proveedoras de energía eléctrica y gas, ganan una fortuna invirtiendo muy poco o nada, y llevándose las ganancias a sus casas matrices en los países imperialistas. Si tomamos como ejemplo el sector petrolero vemos que cada día es mayor la cantidad de petróleo y gas que se importa a precio internacional, pero se le permite a las petroleras seguir exportando y obteniendo suculentas ganancias a costa del desabastecimiento interno.

En la década del 90, los Kirchner apoyaron la privatización de YPF y declaraban que apoyaban “el proceso de transformación y cambio” encabezado por Menem, para después del 2001 llamar “entreguista” a la política del período menemista. Sin embargo, en los 8 años de gobierno kirchnerista no reestatizaron ninguna de las empresas privatizadas fundamentales para el control de los recursos básicos. Sólo se reestatizaron aquellas que fueron prácticamente abandonadas por los privados luego de vaciarlas, como Aerolíneas Argentinas o las empresas de aguas y servicios sanitarios, y las fondos de las AFJP, para manejar la plata de los jubilados como caja de financiamiento del Estado, en beneficio de las patronales y de las necesidades políticas del kirchnerismo.

Para impedir los tarifazos que engordan los bolsillos de los empresarios extranjeros y nacionales hay que reestatizar las empresas privatizadas en la época menemista y todas las empresas de transporte público. Las empresas puestas bajo control de los trabajadores y comisiones de usuarios establecerán cuál es el costo real de la producción (en el caso de las petroleras) y de los servicios que prestan.

No al techo salarial: salario mínimo de $6000 y aumentos según la inflación real

Al mismo tiempo que el gobierno nacional promueve los tarifazos, quiere imponer un techo a los aumentos salariales del 18% para las próximas paritarias. Si bien la mayoría de los dirigentes sindicales burocráticos se han pronunciado en contra de un techo salarial, es sabida la facilidad con la que estos burócratas se dan vuelta a cambio de algún favor del gobierno, mucho más todavía cuando este año se discutirá quién va a quedar como secretario general de la CGT.

Contra el techo salarial que quiere imponer el gobierno tenemos que reclamar un mínimo que cubra la canasta familiar que hoy está valuada en 6000 pesos y aumentos salariales acordes con la inflación real no la del Indec. Pero como no se puede confiar en los dirigentes hay que reclamar e impulsar la realización de asambleas que voten cuanto de aumento hay que pedir y cuales acciones de lucha tomar para conseguirlo. Las asambleas deben votar también que ningún acuerdo se firme sin ser aprobado en asamblea.

También hay que reclamar la eliminación del impuesto a las ganancias sobre los salarios de los trabajadores. Mientras el gobierno asiste con créditos “blandos”, a tasas bajas, a los empresarios y con facilidades impositivas y reintegros de todo tipo, una parte de los trabajadores pagan el impuesto a las “ganancias”. Los trabajadores ganamos un salario por un trabajo realizado, del cual el patrón obtiene sus ganancias. Las ganancias son del patrón, mientras el salario que ganamos la inmensa mayoría de los trabajadores no alcanza ni para cubrir una canasta familiar. A los “privilegiados” que ganan apenas un poco más de la canasta familiar –en la mayoría de los casos haciendo horas extras- el gobierno le cobra el impuesto a las ganancias. ¡¡Así distribuye la riqueza el gobierno “popular”!!

Los jubilados también son víctimas de la inflación y el aumento de las tarifas. A pesar de la demagogia kirchnerista la realidad es que el 75% de los jubilados cobra la jubilación mínima (1.434$) que es actualizada por el gobierno dos veces al año. Para los jubilados hay que reclamar el reconocimiento del 82%, no del salario mínimo vital y móvil, como han pretendido los partidos patronales de la oposición, con lo cual prácticamente no habría diferencia, sino del salario real de los trabajadores en actividad.

La crisis capitalista ya está provocando suspensiones, adelantos de vacaciones y el cierre de algunas fábricas

La reactivación económica y el crecimiento posterior, se basaron en la reducción del salario que cayó a la mitad, a causa de la devaluación del peso (del 1 a 1 al 3 a 1). Con salarios y otros costos por el piso, ventajas competitivas por el tipo de cambio favorable, y gracias a la situación de la economía internacional de alto crecimiento, sobre todo en América Latina y en Asia, la patronal decidió volver a poner a producir las fábricas. La consecuencia inevitable del “modelo” fue la inflación, que se fue sintiendo más a medida que crecía la ocupación. Y durante la crisis 2008-2009, se perdieron cerca de 500 mil puestos de trabajo, que sólo se recuperaron parcialmente. Pero la recuperación rápida, permitió minimizar la situación social. Ahora en cambio, los llamados “pilares” del modelo se han agotado: la plata que entra por la recaudación de impuestos (superávit fiscal) se va en el gasto público; cayó mucho el superávit comercial porque la inflación se comió las ventajas competitivas que tenía la patronal exportadora a la par que crecieron las importaciones; y las reservas se fueron achicando porque el gobierno tuvo que mantener el dólar retrasado para que la inflación no se dispare, lo cual generó una creciente fuga de dólares.

A esta situación se agrega la crisis económica internacional, que es una crisis profunda y duradera, como la que afectó al capitalismo internacional en la década del 30 del siglo pasado. Los primeros efectos de esta crisis se empiezan a sentir.

En varias fábricas se adelantaron vacaciones (Wolkswagen; Alpargatas) y hubo suspensiones en Renault. Pero varias fábricas más chicas cierran, despidiendo a todo su personal (Bosch; Agfa; Naranpol; Merisant-chuker-sucaryl; etc.)

No hay que aceptar las suspensiones pensando que la situación es temporaria, ni aceptar los despidos creyendo que será fácil encontrar un nuevo trabajo. La cosa viene muy fea, y lo más probable es que las suspensiones se transformen en despidos y que sea cada vez más difícil conseguir un nuevo trabajo. Por eso tenemos que defender nuestros puestos de trabajo.

Contra las suspensiones y despidos hay que luchar por el reparto de las horas de trabajo sin pérdida salarial. De esa manera no sólo estaremos luchando por mantener nuestro salario completo, sino además evitando que la patronal y la burocracia nos dividan.

Contra el cierre de empresas hay que luchar por la estatización bajo control obrero. Las cooperativas no sirven en tiempos de crisis profundas y prolongadas como la que viene, porque no pueden competir contra los capitales más fuertes que lucharán por copar los mercados. Ante una empresa que cierra, por medio de la lucha, hay que exigirle al Estado que estatice la empresa haciéndose cargo del pago integro de los salarios y de la venta de la producción.

Compañeros: en esta época imperialista, el capitalismo es una cadena de crisis. Para nombrar sólo los últimos 20 años, en el 89 fue la hiperinflación, en el 2001 la hiperdesocupación, en el 2008-2009 tuvimos apenas el aperitivo de la crisis que viene ahora con más fuerza. Cuando creemos que estamos levantando cabeza y las cosas mejoran, una nueva crisis capitalista nos hunde en pozos más profundos de miseria. Todos los gobiernos y partidos políticos que sostienen al régimen capitalista, como el kirchnerismo, o el Frente Amplio del Partido Socialista, cuando viene una crisis capitalista tienen la misma política: aumentar la explotación de los trabajadores, rebajar salarios frente a la inflación, dejar que las patronales despidan, recortar presupuestos en salud y educación.

La única manera en la que, en última instancia, podemos impedir que la crisis la paguemos los trabajadores, es luchando por derrocar al régimen capitalista para instaurar un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre. Un Estado obrero, controlando a través de la estatización todas las palancas importantes de los medios de producción y de cambio (las fábricas, las tierras, los bancos, el comercio) organizará la economía sobre nuevas bases. No en función de las ganancias y la acumulación capitalista, sino partiendo de las necesidades de los trabajadores y el pueblo. Para luchar por este objetivo estratégico, no bastan los sindicatos. Hay que construir un Partido de Trabajadores Revolucionario, que organice y unifique a todos los trabajadores y a los sectores explotados y oprimidos del pueblo, en la lucha por la conquista del poder. ¡¡Entrá al Partido de la Revolución Socialista para luchar junto con nosotros por ese objetivo estratégico!!

12/12/2011

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