A la par que en el norte de África y Medio Oriente
sigue su curso el proceso revolucionario abierto con las movilizaciones del
pueblo Tunecino que tiraron a la dictadura de Ben Alí y se extendieron
rápidamente hacia otros países como
Egipto, Libia, Siria, Bahréin, Yemen- si bien con diferentes desarrollos-, los primeros meses del año encuentran a
Europa envuelta en una nueva ola de paros generales. La situación irresuelta de
Grecia, uno de los primeros laboratorios de pruebas en donde el imperialismo
midió su política de ajuste, sumados a la fuerte caída del índice de generación
de empleo en EEUU, que tanta ilusiones había generado en los economistas
burgueses y la huelga general realizada en India en el mes de febrero, nos da
la pauta de que lejos de solucionarse, o mínimamente “estabilizarse”, la crisis
económica se sigue profundizando, así como los ataques de las burguesías
imperialistas contra la clase trabajadora. Ante esta situación, las burocracias
sindicales, presionadas por los trabajadores se ven obligadas a responder, con
paros generales.
En España, en
dónde el desempleo alcanza registros históricos, oscilando en el 20% (50% si
tomamos únicamente a la juventud, al igual que en Grecia), la Unión General de
Trabajadores (UGT) y la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CCOO)
convocaron un paro general de 24hs -que
obtuvo un alto acatamiento principalmente en los sectores industriales- , durante
el cual se produjeron enfrentamientos en varias ciudades con la policía.
Recientemente el gobierno de Rajoy anunció el recorte de cerca de 10. 000
millones de euros en los sectores de salud y educación además de nuevas
privatizaciones y “reestructuraciones” en el sector energético.
En marzo una
huelga general, la segunda contra el gobierno de Passos Coelho, tuvo lugar en
Portugal, con un gran peso principalmente en los transportes y en menor medida
en los sectores de salud, educación y servicios.
En Italia, el
pasado 13 de abril y luego de 6 años, los tres principales sindicatos actuaron
en conjunto para convocar a una jornada de paro general en rechazo a los
ajustes del premier Mario Monti (uno de los títeres colocados por la banca
internacional tras la salida de Berlusconi). La medida se sintió principalmente
en los sectores metalmecánicos, en los ferrocarriles y el puerto.
Uno de los nuevos
elementos que reflejan el curso de la crisis, y la respuesta de la clase
trabajadora, fue la huelga general que tuvo lugar en la India, en donde la
carestía de vida ha aumentado particularmente en los últimas meses, convocada por un frente unido
de sindicatos para exigir al gobierno, entre otras cosas, que refuerce el
derecho al trabajo e instaure un salario mínimo. Este paro en la India es particularmente
importante teniendo en cuenta la cantidad de habitantes (mil millones) y que
afecta a uno de los países agrupados dentro del BRIC, como una de las grandes
economías en desarrollo, junto a Brasil, China y Rusia.
Más allá de los
diferentes desarrollos en cada país, estas acciones demuestran en primer
término la voluntad de las masas de luchar contra los ajustes y en segundo
lugar las intenciones de las distintas burocracias reformistas de descomprimir la presión acumulada de las bases con paros aislados.
Pero estos son impotentes contra los ajustes con los que el imperialismo quiere
someter a los trabajadores y sólo demuestran la inconsecuencia de estas
centrales sindicales para enfrentarlos debido al carácter reformista, es decir,
pro-burgués de las conducciones.
Esta crisis económica,
expresión de un sistema agotado y en decadencia solo puede solucionarse por dos
salidas. Una es la salida capitalista, que no sólo significa profundizar las
condiciones de explotación de los trabajadores y la miseria de las masas
populares), sino que plantea una nueva lucha entre las distintas burguesías
imperialistas por el reparto de los mercados, (las materias primas y los
recursos energéticos.
La otra es la salida es la revolución
socialista, porque enfrentarse al ajuste es enfrentarse necesariamente a la
naturaleza del sistema capitalista. La única forma de evitar “que la crisis la
paguemos los trabajadores” es con una insurrección triunfante que tome el poder
e instaure un gobierno de los trabajadores.
Los atropellos imperialistas a las masas obreras en Europa y el
derramamiento de sangre de los pueblos africanos y Medio Oriente plantean con urgencia
la necesidad histórica de construir un partido de trabajadores revolucionario
para impulsar, organizar y dirigir la lucha de la clase trabajadora para
concretar estas tareas.
Tomás Contreras
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