miércoles, 14 de marzo de 2012

Situación internacional


Europa: Espasmos de crisis y lucha de clases

Mientras en el norte de Africa y en el Medio Oriente continúa su desarrollo un proceso revolucionario tortuoso y con un enorme costo en vidas por la falta de una dirección obrera revolucionaria, Europa aparece como el epicentro actual de la crisis económica mundial.

Durante la crisis que estalló en 2007 los estados europeos aumentaron enormemente su endeudamiento para evitar que la economía cayera en una depresión. La gravedad de este endeudamiento y los altos costos de refinanciación de esas deudas pusieron al borde del default a varios estados europeos, lo cual a su vez amenazaba con provocar la caída en cadena de la banca europea y desatar una crisis financiera internacional que terminaría causando la depresión que se quería evitar.

La política de las principales potencias europeas ( Alemania y Francia) ha sido forzar un acuerdo por medio del cual 23 de los 27 estados de la unión europea se comprometieron a bajar el déficit estatal, lo cual implica la continuidad de las duras políticas de ajuste fiscal y la profundización del ataque a las condiciones de vida de la clase trabajadora y las capas medias. Al mismo tiempo el Banco Central Europeo (BCE) inyectó 1 billón de euros entre diciembre de 2011 y fines de febrero de este año para evitar la caída de los principales bancos. Con esta política se evitó por ahora una grave crisis financiera, pero se profundiza el curso recesivo de toda Europa.

Según la oficina de estadística europea Eurostat, tanto en la zona del euro, como en la Unión Europea (UE) en su conjunto, el PBI se contrajo un 0,3 en el último trimestre de 2011, lo cual hay que interpretarlo como el inicio de la recesión, ya que la perspectiva para el primer trimestre de 2012 es igual o peor. La recesión no afecta solamente a las economías periféricas de la zona, sino también a las principales potencias: en el último trimestre de 2011, la economía alemana cayó un 0,2%, y la de Francia 0,1%; el PIB holandés cayó un 0,7%; Italia, la tercera economía, cayó en dos trimestres consecutivos, un 0,2% en el tercero y un 0,7% en el cuatro trimestre del año; Bélgica también está en recesión, con caídas de 0,1% y 0,2% en el tercer y cuarto trimestres; España retrocedió un 0,3% en el último trimestre y se espera que caiga 0,7 en el primero de este año. Ni hablar de Portugal con -1,6% de promedio anual y Grecia que retrocedió un 7%.

Estos fríos números, que dependen de una combinación de elementos, no reflejan en toda su magnitud la gravedad de la situación social. Para dar un sólo ejemplo, en España según datos de fines de octubre pasado, el 48% de los jóvenes menores de 25 años está desocupado.

El objetivo de las burguesías imperialistas europeas es salvar al capital financiero, administrar la crisis y aprovechar los altos niveles de desocupación para imponer a la clase obrera nuevas normas de “competitividad”, es decir liquidar los restos del “estado de bienestar” conquistado en la segunda postguerra, aumentar la explotación del trabajo asalariado, con la esperanza de estar en mejores condiciones para disputar el mercado mundial a las demás potencias imperialistas. Cuentan con la colaboración de los partidos socialdemócratas que, desde el poder o en la oposición, aplican o apoyan estas políticas, y con la traición directa de la burocracia sindical que ha dejado pasar prácticamente sin lucha todos los ataques contra los trabajadores.

Con planes de rescate, fondos de estabilización, y un billón de euros, han tratado de armar un “cortafuegos” que limite el incendio a los países económicamente secundarios, y evite que un cada vez más probable default griego se propague por vía de una crisis bancaria a las principales potencias europeas.

Si Grecia, que representa el 2,6% del PBI europeo puede provocar una debacle depresiva, no es porque los economistas burgueses o los dirigentes políticos sean incompetentes o estúpidos, sino porque la economía mundial está en una crisis estructural, que es propia del sistema capitalista-imperialista y por eso inevitable. Ni las recetas “ortodoxas” ni las “keynesianas” pueden evitar el desarrollo de la crisis. Y mientras la clase capitalista siga dominando, sus representantes políticos en los gobiernos harán lo posible por salvarla, a costa de hundir en la miseria a la clase trabajadora y las capas populares. Sólo se puede impedir que los trabajadores “paguemos la crisis” por medio de la revolución obrera y socialista.

Frente al “ajuste” se exacerba la lucha de clases. Movilizaciones de 1 millón de trabajadores y jóvenes estudiantes en Grecia y 300 mil en Portugal y España. Movilizaciones juveniles en Valencia -brutalmente reprimidas-, en Barcelona y Madrid. Huelgas de distintos sectores de la clase trabajadora, que enfrentan los recortes presupuestarios en salud y educación, los recortes salariales y la desocupación, transcurren en varios países de Europa.

Grecia es el espejo en el que nadie quiere mirarse. Los defensores del orden burgués achacan la desgracia griega a sus características particulares y al abuso del “estado de bienestar”: “han vivido más allá de sus posibilidades” o “no hicieron las reformas a tiempo”, argumentan. Pero, entonces ¿por qué la crisis abarca a toda Europa? ¿Por qué Grecia amenaza con arrastrarlos al abismo de la depresión? Por su parte la vanguardia de la clase trabajadora deberá extraer aceleradamente sus conclusiones sino quiere caer en la resignación y la impotencia ante la descomposición capitalista. Grecia es la demostración más cruda de que la “presión” de los paros sindicales aislados de uno o dos días, o de las movilizaciones multitudinarias, no son suficientes para obligar al gobierno burgués a retroceder con los brutales “ajustes” que padecen los trabajadores. En Grecia, como en Portugal, España o Italia, la burocracia sindical actúa como barrera de contención de la lucha, decretando algún paro o movilización aislada si la presión de las bases se hace muy fuerte, cuando la situación exige la organización de una huelga general indeterminada. Pero en un período de profunda crisis capitalista como el actual no se puede obtener concesiones significativas y por eso, a su vez, una huelga general en serio, pondría a la orden del día la lucha por el poder. Para esa lucha revolucionaria es imprescindible organizar un partido obrero revolucionario en el plano internacional. Tal es la conclusión más importante y determinante que debemos discutir con los sectores más conscientes de la clase trabajadora.

¿EE-UU se recupera?

En apariencia la situación de la economía norteamericana contrasta con la europea, ya que los últimos indicadores muestran una recuperación, todavía muy modesta, pero recuperación al fin.

El crecimiento de 0,7% en el tercer trimestre de 2011 representa una proyección anual del 3%. Pero para obtener estos resultados, tuvieron que mantener la tasa de referencia a su rango mínimo histórico del 0% al 0.25%, triplicar el dinero circulante (Quantitative Easing I y II) y aplicar planes de estímulo por u$s 440 mil millones (3% del PBI), con un déficit fiscal del orden del 10%.

Esto podrá servir para mejorar la imagen de Obama en las encuestas, pero sin ser economista cualquiera se podrá dar cuenta que si se gasta más de lo que se produce, las cosas no van realmente bien. Como escribió Trotsky, el período de decadencia capitalista se caracteriza porque “Los gastos de producción del sistema capitalista mundial devoran cada vez más sus beneficios”.

En los primeros días de marzo fue el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, quien se ocupó de rebajar las expectativas de los más optimistas al declarar que el crecimiento económico de EE-UU seguiría moderado este año, entre el 2,2 y 2,7%, pero que la reducción de desempleo podría no ser sostenible. Agregó además que las tensiones en los mercados financieros mundiales “siguen planteando riesgos significativos a la baja” para las perspectivas de crecimiento.

Es que el gobierno norteamericano, para frenar la caída de su economía apeló al recurso de devaluar el dólar mediante una gran emisión monetaria, con lo cual recuperó terreno para sus exportaciones. Pero a medida que se profundiza la recesión en Europa, y se desacelera el crecimiento en los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), la recuperación de la economía yanky pierde sustento.

Como consecuencia de esta misma situación en Japón se produjo una contracción del PIB mayor a la esperada, de 2.3% anual en el último trimestre de 2011. Japón, cuya economía depende de las exportaciones, tuvo durante 2011 su primer déficit comercial anual desde 1980. Según analistas económicos de Wall Street, la economía japonesa podría llegar a un punto crítico en un futuro cercano, pues se debilita cada vez más y su deuda pública -que en relación al PBI es de 235%- aumenta cada día.

Las declaraciones de Bernanke, coinciden con las conclusiones de la reunión de Ministros de Finanzas y Bancos Centrales del Grupo de los 20 -realizada en este mes en México-, en las que advierten que las expectativas de crecimiento para el año 2012 son moderadas y los riesgos de recesión son altos.

En el mismo sentido se orientan los informes del Foro Económico Mundial. Según relata el conocido economista Roubini –que participó en los encuentros de Davos –en la ciudad suiza reinó un realismo sobrio, muy alejado del excesivo optimismo que caracterizó a la edición del año pasado”.

“Los mercados han recibido un empuje reciente gracias a la postura fácil del BCE, pero la recesión se ahonda y extiende desde la periferia hasta el centro. En último término, el riesgo de un impago desordenado en Grecia (que acaparó muchos de los debates en Davos) no puede descartarse.”

“Además, los últimos datos sobre China han reabierto el debate sobre si el país se enfrentará pronto a un aterrizaje forzoso o suave. El pronóstico de la segunda economía del mundo acaparó en Davos muchas discusiones, pero allí también se constató la ralentización del crecimiento económico que afecta a los demás BRIC (Rusia sobre todo, pero también India y Brasil).”

Las preocupaciones de la gran burguesía imperialista no se limitan a las cuestiones estrictamente económicas. Los movimientos revolucionarios de las masas árabes en el norte de Africa y en el Medio Oriente, han conmovido profundamente a la burguesía mundial. Más de un gran burgués habrá sentido un sudor frío correr por su espalda al ver caer estrepitosamente en desgracia a aquellos líderes que mantuvieron un poder absoluto durante décadas, y con los que han compartido negocios y reuniones amenizadas con los lujos de la abundancia. El estupor no le impide a la “crema” de la burguesía imperialista reunida en Davos reconocer que a nivel internacional entramos en un período en el cual, sobre la base de esta crisis de magnitud histórica crecen las tendencias hacia las guerras y las revoluciones.

“Se reconoció el riesgo geopolítico de la economía global, centrado en Oriente Medio. En concreto, se habló mucho de si Israel y/o Estados Unidos atacarían Irán, lo que produciría una acusada subida de los precios del petróleo y un riesgo creciente de recesión global.”

“Pero las tensiones en Oriente Medio no se limitan a la confrontación entre Irán e Israel y Estados Unidos. Se entiende que los intensos desencuentros geopolíticos en Oriente Medio no van a desaparecer, sino que podrían empeorar. La Primavera Árabe empezó en Túnez y se propagó después a Egipto y Libia. Ahora se ha extendido hasta Siria (un problema gravísimo) y Yemen.”

Y la conclusión del análisis de los estrategas burgueses, para ellos es más sombría que sobria:

“En definitiva, son muchas las cosas que podrían salir mal en Oriente Medio.”

Amenazas contra Irán y rearme militar

Efectivamente, la crisis, que el imperialismo no puede resolver apelando a maniobras económicas, y el consecuente aumento de la explotación de los trabajadores, provocaron movimientos revolucionarios en Africa y Medio Oriente, que ante la falta de un partido obrero marxista dirigente, pueden ser más o menos contenidos en los marcos de los retrógrados regímenes burgueses, pero que no han sido todavía derrotados. Pero los dirigentes políticos del imperialismo temen, y con razón, a que las huelgas y manifestaciones de protestas fermenten en estallidos revolucionarios también en los centros del capital financiero. Si bien cuentan con la ventaja de que la clase obrera no tiene una dirección revolucionaria, la prolongación de la crisis y las duras condiciones de explotación pueden provocar que las barreras de las burocracias sindicales se quiebren ante la presión creciente de las bases. La crisis y el temor a la creciente “inestabilidad política y social” exacerban la necesidad de la burguesía imperialista de encontrar una salida lo antes posible. Pero esta salida no es puramente económica, como lo hemos planteado varias veces con anterioridad- sino que sólo se podría encontrar en el plano internacional, en la lucha entre las potencias imperialistas por el dominio del mercado mundial, o sea por el dominio económico exclusivo de regiones enteras.

Las amenazas de ataque militar por parte de Israel y EE-UU contra Irán, han vuelto a cobrar intensidad. El primer ministro de Israel, Netanyahu, exigió del presidente Obama una definición clara al respecto. Israel teme que si Irán se transforma en potencia nuclear regional, su papel de gendarme al servicio del imperialismo se vería devaluado, y su propia existencia como enclave colonial estaría en grave riesgo. Obama, que está en campaña para las elecciones presidenciales de fin de este año, no quiere aparecer promoviendo una nueva y mucho más peligrosa guerra en Medio Oriente, cuando todavía está tratando de recoger los votos de la retirada de las tropas en Irak y Afganistán. Ha dicho que prefiere subordinar a Irán mediante las presiones económicas. Pero agregó inmediatamente que si eso no ocurre, está listo para la “opción militar”, y ante la reunión de AIPAC (una poderosa organización sionista norteamericana) reafirmó su alianza y compromiso estratégico con la defensa de Israel.

Si bien la burguesía imperialista yanky sabe perfectamente que un ataque militar contra Irán podría provocar una guerra de imprevisibles consecuencias, para EE-UU controlar la región que guarda las mayores reservas petroleras es un objetivo estratégico irrenunciable.

Pero además, EE-UU ha estado haciendo movimientos hacia la región del sudeste asiático para reafirmar frente a China que aspira a seguir siendo la primer potencia imperialista mundial.

China por su parte, está dedicando una parte importante de su PBI al armamento de sus fuerzas militares. Aunque no se trata de una carrera desenfrenada que pueda ser interpretada como preparativos de guerra, el creciente armamento de una nación con más de 1.300 millones de habitantes lógicamente ha elevado la preocupación de Washington.

Pero no es solamente China. Según el diario español El País (1 de marzo), Vladimir Putin recientemente electo a la presidencia de Rusia, ha declarado que “aspira a que su país esté preparado para la guerra al más alto nivel y se rearme con equipos sofisticados de producción nacional”. Para la próxima década el gobierno ruso planea gastar 23 billones de rublos (más de 580.000 millones de euros) en Defensa, lo que constituye “un programa sin precedentes”. Putin ha dicho que su objetivo es que Rusia, apoyándose como antes en su potencial de disuasión nuclear, desarrolle nuevas armas y recupere el papel de superpotencia mundial desempeñado anteriormente por la URSS. El enemigo ahora hay que buscarlo entre quienes piensan que la “soberanía nacional no debe ejercerse sobre los recursos de importancia global”, dijo. Pero lo que es verdaderamente preocupante es conocer como el representante de la nueva gran burguesía rusa evalúa con frialdad la necesidad del contar con un nuevo armamento sofisticado para prepararse para las perspectivas internacionales próximas:

Putin admite “que la probabilidad de una guerra mundial entre las potencias nucleares es “reducida”, porque ella significaría “el fin de la civilización”. Y agregó que “en el futuro las capacidades militares en el espacio, las batallas informativas y el ciberespacio podrán llegar a ser “decisivas” para determinar el carácter de los conflictos armados. A más largo plazo, Putin se ha referido a “la creación de armas sobre nuevos principios físicos”, a saber, “de rayos, geofísicas, de ondas, de genes, psicofísicas”. Junto con el arma nuclear, todo esto permitirá obtener instrumentos cualitativamente nuevos para lograr fines políticos y estratégicos”, ha dicho y, sin dar detalles, ha sentenciado: “Estos sistemas de armamento serán equiparables por sus resultados al empleo del arma nuclear, pero más “aceptables” en el terreno político y militar”.

Como se puede apreciar, el capitalismo, en su fase imperialista, demuestra que no ha cambiado su carácter “reaccionario en toda la línea” revelado hace ya casi un siglo con la primera guerra mundial. Solo la revolución socialista internacional puede abrir paso a un futuro de progreso para la humanidad. Este nuevo período de crisis histórica, inevitablemente trae consigo la posibilidad de nuevas guerras, pero también abre oportunidades para la revolución obrera. Los grupos y partidos revolucionarios debemos encontrar un camino para confluir en un reagrupamiento en el plano nacional e internacional que nos ponga en condiciones de construir fuertes partidos de vanguardia para disputar la dirección de las luchas de las masas trabajadoras. Insistimos que es esta la gran tarea urgente que tiene planteada la vanguardia obrera y juvenil. No hay tiempo que perder.

7 de Marzo de 2012

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