Ninguna de las conducciones de las CGTs les sirve a
los trabajadores
Otra división de la CGT parece ya un hecho. El 12 de julio fue reelegido
Moyano como secretario general de la CGT (Azopardo) y para el 3 de octubre está
prevista la elección de un nuevo secretario general de la otra CGT (a la que
irónicamente Moyano ha llamado la CGT Balcarce).
Anteriormente ya había roto un grupo de sindicatos encabezados por Luis
Barrionuevo que constituyeron la CGT Azul y Blanca. Esta ruptura se produjo
después del conflicto entre el gobierno y las patronales agropecuarias de la
Mesa de Enlace. Barrionuevo siguiendo la política de Duhalde que se alineó con
el sector patronal opositor a la política del gobierno, rompió con la CGT de
Moyano que desde el 2003 apoyó al kirchnerismo.
La relación “carnal” de Moyano con los Kirchner le sirvió para amasar
una fortuna personal, y para incrementar su control hegemónico sobre el movimiento
obrero, aprovechando incluso esta situación para ganar afiliados de otros
gremios descontentos con los bajos niveles salariales de sus convenios, lo cual
provocó que un sector de la burocracia sindical (Barrionuevo, los “gordos” y
los “independientes”) se distanciara de Moyano. Además siendo éste el que tenía
la relación principal con el poder estatal, era el que se quedaba con la mayor
parte de las prebendas destinadas a mantener el apoyo de la burocracia sindical
al gobierno nacional.
Moyano intenta justificar el apoyo dado al gobierno diciendo que
mientras estaba Néstor iba todo bien, y que la cosa empezó a cambiar después de
que asumió Cristina. Pero en realidad la relación se empieza a complicar no por
la muerte de Kirchner, sino porque Moyano quiso aumentar su cuota de
participación en el poder político. El razonamiento de Moyano fue simple: si la
CGT que el comandaba era la “columna vertebral” y el punto de apoyo fundamental
que sostenía al gobierno, quería tener una cuota mayor en el poder político, es
decir en las listas de candidatos, e incluso se decía que -de máxima- pretendía
que la vicepresidencia la ocupara su principal asesor el abogado laboralista
Héctor Recalde.
Sin embargo Cristina no estaba dispuesta a compartir el poder político, y
la patronal de la UIA se alarmaba porque Moyano pretendía cada vez más
concesiones que fortalecerían demasiado su poder burocrático, en momentos en
que tanto el gobierno como las patronales sabían que se avecinaba una crisis y
debería comenzar el ajuste contra los trabajadores y sectores populares. Desde
allí comenzó la ruptura entre Moyano y el gobierno, que se fue agudizando
cuando le destaparon las causas por los medicamentos truchos para chantajear a
Moyano con que iría preso si seguía molestando.
No es que Moyano fuera combativo, como lo demuestra el hecho de que un
40% de los trabajadores están en negro con un salario promedio que no llega a
la mitad de la canasta familiar. Es que Moyano le quería cobrar muy caro los
servicios prestados a la patronal y el gobierno.
Por estos motivos desde el gobierno
empezaron a preparar el recambio para desplazar a Moyano de la conducción una
CGT que responda a la Casa Rosada, no sólo sin pedir más de lo que tiene, sino
aceptando que la rebaja del nivel de vida de los trabajadores por la inflación,
e incluso las suspensiones y los despidos como ya está ocurriendo en diversas
industrias.
El
objetivo de Cristina es disciplinar al movimiento obrero para que acepte
mansamente estas peores condiciones a favor de los intereses patronales que el
gobierno representa y por lo cual todavía conserva el apoyo de la UIA. El
gobierno y la UIA hubieran preferido que Moyano retrocediera y aceptara ser un
miembro más de la comisión directiva pero ya no el secretario general e incluso
le ofrecieron que integrara un triunvirato dirigente para contener en ese marco
“sus ambiciones”. Por eso el gobierno hizo todo lo que pudo para debilitar el
paro y la movilización del 27 de junio, además de apoyar las impugnaciones de
la burocracia “antimoyanista”. Y aunque hubo negociaciones no se llegó a un
acuerdo por lo que ahora la ruptura es un hecho.
Moyano
se hizo reelegir en el congreso del 12 de julio y el gobierno postula a Caló de
la UOM para encabezar la CGT adicta al oficialismo, quizás porque es el menos
quemado de todos ya que con él está la burocracia sindical que antes era
menemista y ahora se hizo kirchnerista no por amor al “proyecto” sino a los
sillones, como Cavalieri, Lescano, los secuaces de Pedraza y el agente de los
servicios de la dictadura Gerardo Martínez.
Ahora
Moyano, atacado desde todos los flancos por el gobierno, intenta fortalecerse
apoyándose en la movilización de los trabajadores. Para esto tiene que plantear
algunas reivindicaciones justas pero no para ir a fondo en la defensa de los
intereses de los trabajadores sino para posicionarse mejor en su pelea con el
gobierno.
Es
que Moyano también es un burócrata propatronal. Su principal apoyo dentro de la
CGT Azopardo es el Momo Venegas, de los trabajadores rurales, sirviente de las
patronales del campo como la Sociedad Rural o la Federación Agraria. Moyano
preparaba su propio proyecto político con la Corriente Nacional del
Sindicalismo Peronista para integrarse a las listas electorales del
Kirchnerismo, pero ahora, producto del distanciamiento del gobierno, se acerca
a otros sectores patronales como la Federación Agraria y del peronismo como
Scioli o el intendente bonaerense duhaldista Cariglino.
La
división de la burocracia sindical de la CGT es un reflejo de las diferencias
entre distintos sectores patronales (representados políticamente tanto por el
gobierno kirchnerista, como por Scioli o Duhalde) y la defensa de sus propios
intereses y privilegios.
Tanto
Barrionuevo, como los que arman con Caló la CGT oficialista, como Moyano son
agentes de sectores de la patronal en el movimiento obrero.
En
manos de la burocracia, la CGT y los sindicatos están al servicio de defender
la propiedad privada de los patrones. Utilizan las organizaciones obreras para
cumplir el rol estratégico de mantener a los trabajadores como sostén del orden
político y económico del régimen capitalista.
Los
trabajadores no podemos tener confianza en ninguno de los sectores en los que
se dividió la burocracia sindical de la CGT. Pero tenemos que utilizar las
grietas que se producen por estas divisiones y enfrentamientos para desarrollar
la movilización obrera y al mismo tiempo pelear por la dirección de estas
movilizaciones y desplazar a la burocracia de las organizaciones obreras.
La
clase trabajadora necesita la unidad que la hace fuerte, pero no la unidad para
someterse al gobierno o a otros sectores patronales, sino la unidad para luchar
por sus necesidades inmediatas y sus intereses históricos.
Por
eso la unidad, de la clase trabajadora (los sindicalizados y los que no están
afiliados, los que están en negro y los tercerizados o precarizados, los
desocupados o que trabajan en cooperativas y diversos planes sociales) dependerá del desarrollo de la lucha de
clases, del avance del activismo clasista y de una dirección obrera revolucionaria
del movimiento obrero.
Pero
en esta situación de división y crisis de la burocracia sindical ¿cómo es
posible que los sectores de vanguardia del movimiento obrero que se reivindican
clasistas no logren actuar de manera unitaria alrededor de un programa de
acción común?
La
división de las fuerzas clasistas es una responsabilidad de las direcciones de
los partidos que integran el FIT (PO-PTS-IS). Cada uno reúne por separado a su
influencia en el movimiento sindical. El PO formalizó en su último Congreso una
Coordinadora Sindical Clasista, El PTS realizó recientemente la reunión de una
Conferencia Nacional de Trabajadores. Esto
no está mal en sí mismo; dado que son partidos independientes, cada uno lucha
por organizar e influenciar a la vanguardia del movimiento obrero. Lo grave es
que no se pueda acordar una línea de bloque o frente único en la lucha
sindical, tal como han concretado en el plano electoral. Y más grave es esta
cuestión dado que, ante la crisis de la burocracia sindical, un bloque o frente
de las agrupaciones y militantes clasistas del FIT podría ampliarse
considerablemente con una camada de compañeros independientes y de otras
organizaciones políticas obreras de izquierda que no integran el FIT.
Entre
la militancia de izquierda y la vanguardia clasista con alguna experiencia es
sabido que el PO rechaza cualquier tipo de acuerdo unitario, salvo para las
elecciones políticas o sindicales.
El
PTS en cambio ha convocado anteriormente a “encuentros obreros” -sabiendo de
antemano que el PO se negaría a concurrir-, y para dividirlos después, como
hizo con el de Zona Norte por no querer aceptar que una lista unitaria para las
elecciones de la CTA fuera encabezada por un delegado de Fate porque era del
MAS. En realidad -hasta ahora- los encuentros unitarios del PTS no fueron más
que maniobras para organizar su propia corriente sindical.
Ahora
la Conferencia sindical del PTS votó impulsar una campaña “Por una gran
Asamblea Nacional Clasista, impulsada en común por todas las corrientes
independientes de las direcciones de las centrales sindicales (CGTs, CTAs),
empezando por las que fueron parte del Frente de Izquierda y de los
Trabajadores”. En su intervención en dicha conferencia, IS manifestó su
intención de apoyar la convocatoria. El PO en cambio, no se ha pronunciado
expresamente. En notas posteriores el PTS plantea que la Asamblea Nacional de
Trabajadores Clasistas debería ser convocada por “los luchadores y la
izquierda”, sin mencionar por su nombre a IS y el PO, ni proponerles redactar
una declaración conjunta llamando a impulsar una convocatoria unitaria.
Nosotros creemos que es hora de dejar de lado las especulaciones sectarias. La
unidad en un solo bloque o frente de las agrupaciones del activismo clasista,
delegados y comisiones internas, sería un paso importante en la lucha contra la
burocracia sindical, las patronales y los gobiernos de los capitalistas.
Castigo
a todos los responsables del asesinato de Mariano Ferreyra!
El 6 de agosto comienza el juicio contra José
Pedraza y otros 16 procesados, entre colaboradores suyos, la policía que se
encargó de liberar la zona y la patota que mató a Mariano. Que Pedraza espere
el juicio detenido no es señal de que el gobierno quiera enjuiciarlo sino más bien
una medida para descomprimir el descontento popular que generó el asesinato. Y
para despegarse de la responsabilidad que tiene el propio gobierno, el
Ministerio de Trabajo que convive con este tipo de patotas armadas como fuerza
de choque contra los trabajadores y luchadores en los gremios. Que la Unión
Ferroviaria se haya encolumnado detrás de la CGT paralela que el gobierno
impulsa para desplazar a Moyano es una muestra más de que el gobierno hará
cualquier cosa que tenga al alcance para fortalecer a la burocracia sindical
para controlar a los trabajadores e imponer sus políticas pro-patronales. A
medida que la crisis económica mundial se profundiza y empieza a sentirse en
nuestro país, al gobierno se le va cayendo la careta. Mientras enjuicia sólo a
un puñado de militares, Cristina Kirchner estrecha relaciones con toda la
cúpula cegetista que apoyó a Menem y garantizó la flexibilización laboral de
los 90`. De hecho, el gobierno recién desistió de colocar al burócrata de la
UOCRA Gerardo Martínez como cabeza de su lista sindical cuando saltó a la luz
su pasado como servicio del batallón 601 en la última dictadura, gracias a la
denuncia presentada por distintos organismos de derechos humanos y el SITRAIC.
En la medida en que le fue útil, tampoco se asqueó cuando se apoyó en Moyano,
sabido entregador de compañeros durante la AAA y que en ese momento también
estaba en unidad con Pedraza en la CGT de Moyano estaba a cargo de Secretaría
de Cultura, Ciencia y Técnica.
El procesamiento de los activistas obreros y
populares por luchar, mientras Cristina festeja en la Bolsa de Comercio, el
pago de la deuda a los usureros que compraron los Boden 12 a los pequeños
ahorristas, y les recuerda a las patronales que bajo su gobierno ganaron plata
como nunca, son una muestra clara de los intereses que defiende el
Kirchnerismo, que de a poco prepara el terreno para nuevos ajustes contra la
clase trabajadora.
Mariano fue asesinado luchando junto a los
trabajadores ferroviarios que se movilizaban contra la tercerización y por mejores
condiciones de trabajo. El crimen de Mariano es un crimen de clase, es un
crimen contra toda la clase obrera. El gobierno defiende los intereses de las
patronales y las multinacionales. No debemos depositar la más mínima esperanza
en que el Kirchnerismo y sus jueces condenen a Pedraza y al resto de los
asesinos. La única forma de lograr la cadena perpetua y el castigo a los demás
responsables es movilizándonos desde nuestros lugares de trabajo y estudio.
Debemos impulsar una campaña unitaria de todos los organismos de DDHH, de los
partidos políticos de izquierda y las comisiones internas anti-burocráticas
para que Pedraza se pudra en la cárcel. Para enfrentarnos a los nuevos ajustes
que prepara el gobierno, ya sea con la nueva CGT, amedrentando a los
trabajadores con palos, como en la línea 60 o en el INTI, o con sus discursos,
como con los trabajadores del subte o los docentes, es fundamental agruparnos
en un Frente Único Obrero, independiente del gobierno nacional y los gobiernos
provinciales, la burocracia y la oposición patronal.
¡Perpetua
a Pedraza!
¡Castigo
a todos los responsables del asesinato de Mariano Ferreyra!
¡Desprocesamiento
de los delegados y activistas obreros y populares!
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